Massa, Campos y Correa González coincidieron en que el cine es un lenguaje pobre.
Su breve ensayo para analizar:
El cine (por lo menos el cine comercial, no así las propuestas artísticas) se ha trabado en un juego predecible en donde las historias ya no son llamativas --la escuela hollywoodense así lo ha querido y prefiere sustentarse en la fuerza de sus efectos visuales y una buena campaña de publicidad-- y la forma de contarlas, menos. Los mismos encuadres, los mismos juegos de imágenes, el lenguaje cinematográfico ha caído en una serie de lugares comúnes que parecen ya no caminar hacia ningún lado.
En el muy particular caso del cine mexicano, el que se exhibe en las salas y que está disponible para un público masivo, además de este pequeño problema, también queda por resolverse el de la temática. La temática del cine mexicano siempre es la misma: comedias o thrillres sin chiste de un corte muy gringo que no queda gringo y se queda en el limbo de lo mediocre, o dramas crudos y traumáticos, en donde el director quiere mostrar "la realidad" y termina por decirnos lo mismo que saldría en la Prensa o en los noticieros de TV Azteca --como dijo Ramón Fregoso, lo importante es el raiting y por eso vale más la noticia amarillenta con tintes rojos que nos da un anaranjado espeluznante a una noticia de cualquier otro color-- pero eso sí, con más sangre y escenas "sin tapujos".
"¿Qué quieres? Así es la realidad", me dirán. Yo digo, "¿Y qué propones para resolverla?". Las conclusiones a las que llegamos ese día fueron muy claras. En primer lugar, se deben generar propuestas. Decía Lalo Campos que él prefiere las películas con finales abiertos, en donde él pueda esbozar una propuesta. A mí me parece que si se está haciendo una denuncia, lo menos que podemos hacer es buscar una forma de solucionarla. El cine debe proponer. No sólo soluciones, debe proponer nuevos elementos para narrar, debe proponer la visión de un ser intelectual como lo es un director o un guionista.
La propuestas son cerradas en un sentido, pues nos mostrarán las delimitaciones de una idea surgida de un hombre o mujer que abstrayeron la realidad y la moldearon según sus estructuras cognoscitivas, y después encontraron la mejor manera para hacerselas llegar a todo un público que quiso verlas. Pero también son abiertas, porque el público a su vez abstraerá la realidad lanzada por el director o guionista o escritor o fotógrafo o diseñador o panadero o lo que sea, y la moldeará según su pensamiento se lo dicte y entonces también tendrá una propuesta que ofrecer, porque lo que se adecuó en el fue una solución.
Podrá decir, sí, a mi me parece buena esa solución, o no, a mi me parece mala, o no lo sé. Pero ya se está trabajando con algo. Por tal motivo concluímos también que es preponderante realzar la visión del individuo a través del cine. ÉSte deberá estar sustentado necesariamente en universales (temas que a todos nos parezcan comunes, como la muerte o la burla). Esta visión del individuo no puede llegar a los límites a los que ha llegado, por ejemplo, con el postmodernismo, en donde el individuo plasma su visión al grado que ni él mismo puede saber qué quiso decir.
Es importante, en los primero minutos de la narración, establecer el código con el cuál el espectador podrá entender lo que acontecerá en el resto del discurso. Si logramos este paso, y además, lo combinamos con la universalidad e la temática, entonces podremos estar hablando de la tercer conclusión: la visión individual no está peleada con la generación de recursos.
El hecho de que el cine y la televisión estén llenos con copias baratas --bueno, no tan baratas, sus millones les cuestan-- de lo mismo, es porque los empresarios son miedosos y prefieren invertir en algo que ya está probado a "arriesgarse", sin darse cuenta que mientras en el corazón de la película subsitan los valores universales, esa pieza está a punto de convertirse en un éxito. ¿Por qué? Si estudiamos a Sófocles, a Cervantes, a Shakespeare, a Camus, a García Márquez, a Sade, a Maupassant, a Borges, a Verne, podemos encontrar que en el fondo siempre están contándonos algo sobre el amor, sobre la muerte, sobre la misieria, sobre la existencia, sobre temas universales que a todos nos interesan.
Por tal motivo, la gente se sentirá identificada y verá las películas, y con una breve explicación de cómo debe ver tal o cual obra, se puede innovar. Esto nos abre las puertas para la evolución del lenguaje audiovisual encabezado por el lenguaje cinematográfico. Por eso, dejamos abierta la pregunta: ¿Cómo establecer neuvos elementos para este lenguaje?
Espero que no interrumpa tu chantajerío barato, ni tampoco tu abstención a mi dialogo.
Habría permanecido más tiempo si tu risa no se opacara con una inmensa lastima; y si tu cuerpo dejaba de hacer nerviosismos sincronizados al alejarme.
Hubiera de quererte un poco más si dejabas de pedírmelo y habría de abrazarte si es que me lo pidieras.
No jugábamos el mismo juego, y no estábamos metidos en la misma obra de teatro: vos dejabas todo por no equivocarte, y yo hacía del escenario un nuevo modo de expresarme, me gustab
a equivocarme.
En las noches de silencio, no entendías, no captabas porque callaba, es que necesitabas risas, y yo solo un llanto; necesitabas un amor, y yo solo ayuda.
Habría de llamarte, pero en este teatro, la risa y el llanto no están jugando del mismo lado, siempre pedías una sola mascara: yo sólo buscaba dos.
Hay quienes dicen que el Cine está perdiendo su poder, ¿y a mi qué me importa? sin Cine la gente no sería la misma, no se sentiría feliz al ver la vida de los demás reflejada en una pantalla, aprender, llorar, reír, todo al mismo tiempo.
Hay quienes dicen que el Teatro ya no es lo mismo de siempre, que las salas poco a poco se vacían... ¿Y a mi qué me importa? yo me subo a un escenario para expresarme, si lo demás quieren escucharme bien por ellos.
Hay quienes dicen que la Escritura quedó en los tiempos lejanos... ¿Y a mi qué me importa? Sólo una persona sin imaginación lo podría decir.
apreciamos cada día, pero también le tenemos miedo; suena chistoso pero cualquier día te podría atropellar un auto o algo así…
estoy empezando a apreciarlo”
John Lennon
En una habitación, luego de una noche entre dos jóvenes enamorados… se encuentra él recostado sobre la cama, durmiendo iluminado por la luz del día. Mientras que ella, se fuma un cigarrillo en el balcón tapada con una de las sábanas. Sus ojos expresan un desconsuelo entre tantas personas, una historia que poco vale. Pero aún así, se la ve como una mujer feliz de sí misma.
Gira su cabeza hacia él y sonríe… camina hacia el comedor y toma una hoja de papel en la que escribe “No aguanto más, voy a visitar a mis viejos. Llámame al mediodía; Te amo”.
La joven se recuesta a un costado de él, lo contempla con la mirada. Le besa la frente y en murmullo dice unas palabras en su oído. Deja el papel escrito sobre la almohada, pero aun así no deja de mirarlo, apreciarlo.
Mira su reloj de mano, el que indica las 11:20 am.
A pasos largos, recorre las calles céntricas de la ciudad, llevaba en su hombro una cartera. Sin mirar hacia adelante, y con su mirada fija en los pies. Recordó llamar a sus padres.
Sacó su celular de la cartera y marcó el número de ellos.
El tono se repetía constantemente, y cedió en dejarles un mensaje en el contestador: “Papá, mamá, quien sea el que escuche este mensaje, quiero decirles que en una hora estaré en casa. Sé que hace mucho tiempo que no hablamos, pero necesito verlos, al menos una vez más.”
Cerró sus ojos, nerviosa, quizás se sintió equivocada de lo que hizo. Camina hacia la esquina, hacia la parada de ómnibus que siempre tomaba para ir al trabajo. Se encuentran muchas personas, ella la pregunta a una de las mujeres que esperaban.
- ¿Hace mucho que están esperando?
- Sólo más de diez minutos de lo normal – le respondió.
- ¡Ahí viene! – expresó un joven detrás de ella.
Unos detrás de otro, subían al colectivo, ponían sus monedas en la máquina que exigía $1,75 para llegar a algún destino.
La joven se sentó a un lado de la mujer con la que conversó minutos antes que llegue el móvil. El colectivo estaba lleno de personas, que bostezaban, cada uno empezando su rutina cansadora de todos los días. Algunos se miraban entre ellos, otros hablaban por teléfono, algunos revisaban diferentes papeles en sus portafolios negros.
Se sintió mareada; y cuando su mirada dejó de desenfocarse vio por fin, una mujer con su hija. Y miles de imágenes, una detrás de otra interrumpían sus pensamientos: enseñanzas de sus padres, el beso de las buenas noches antes de ir a dormir cuándo era tan solo una niña, sus primeros amores, cuando bailaba y cantaba sola en su habitación, sus llantos, sus amigos, sus risas en el parque, el momento en el que conoció a su novio.
Sus recuerdos se esfumaron cuando el colectivo dio un salto con la calle deteriorada. Cerró sus ojos, y volvió a recordar, la última pelea con sus padres, gritando, armando su valija, y por fin yéndose de su hogar en el que dejó un pasado del que nada le faltaba. Los recuerdos se vuelven en negro cuando da su último portazo.
Sus ojos claros se ponen llorosos, anhelantes. Y vuelve a mirar su reloj, que pasa de las 12:00 a las 12:01 hs. Insegura de su horario, le pregunta a la mujer de su costado si tenía hora.
- Son las 12:00 hs – contestó.
La joven miró por la ventanilla.
En la habitación de la que ella se había ido, el joven seguía durmiendo, pero moviéndose de un lado a otro, cómo espantado por pesadillas. Se despierta sobresaltado, agarra la nota que a un lado de él se escondía; la lee, suspira, y se sienta a un costado de la cama, tomándose la cabeza. Mira el reloj de pared, y apuntaba las 14:00 hs. Agarró su celular, y marcó el número de ella.
- Contesta, por favor – decía entre dientes él.
En el colectivo, la mujer impaciente sigue esperando la llegada a la casa de sus padres, mira el reloj, y aún no había corrido más de las 12:01 hs. El reloj había frenado.
- Disculpe mi insistencia, pero ¿Qué hora es?
- Mi reloj ya no anda – respondió – sigue marcando las 12:00 hs.
La joven agarró su celular, no tenía llamada del novio justo a la hora planteada por la nota. Marcando el número de él, pone su celular en el oído, miró al frente y su mirada volvió a nublarse, a impactarse de todo blanco. Hasta desvanecerse en negro. Donde se escuchan gritos, luego un choque y llantos.
Y en la habitación en oscuridad, iluminado por una luz, el joven esperaba que ella conteste la llamada. Los tonos continuaban, hasta el contestador. “El número con el que usted desea comunicarse no responde, después del…” cortó.
La vida depende del tiempo, con éste transcurren sus principales ideas, cuando todo frena, ya no cuentas con la vida, ya no cuentas con el tiempo. Cualquier día, cualquier hora, cualquier minuto, podría ser el fin, quién sabe.
